¿Puede doler algo que no existe?
Entre un 60 y un 80% de las personas a las que se les ha amputado algún miembro o parte de su cuerpo experimentan las sensaciones como si aún los tuvieran.
Estas sensaciones son descritas como calor u hormigueo, el problema puede llegar a parecer cuando provoca dolor. Un dolor fuerte y persistente, en un lugar del cuerpo que ya no está.
¿Pero cómo es posible?
La respuesta la encontramos a nivel central, en el cerebro, y no en los nervios periféricos, como se suponía. El cerebro, y más concretamente su corteza, es como un mapa, en la que podemos localizar áreas específicas para cada parte de nuestro cuerpo. Estas áreas se encargan de mover (área motora) y de recibir la información sensorial (área somatoestática) de miembros específicos, como puede comprobarse en la imagen de la derecha.
Al amputar un miembro, éste desaparece, pero no su área correspondiente, por lo que al no recibir información, crea la más plausible. Incluso se ha llegado a encontrar que son las áreas colindantes las que transmiten dichas sensaciones.
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